PIEZAS DEL COSMOS


PIEZA Nº 1: S/C de Tenerife

HORA DE LA MUERTE: 15:00. MUERTE POR DESCONOCIMIENTO.

14 viviendas + 2 oficinas + 3 bajos comerciales = 19 propiedades. 19 propiedades que tienen en común los 400 metros cuadrados de suelo que ocupan y los 3600 de superficie edificada; 400 de los cuales desaparecieron de la faz de la tierra el día 4 de enero de 2010 a las 15 horas por arte de birbibirloque.

Pero esta no es la historia del drama de 400 metros cuadrados deducibles a 19 persona, ni siquiera del drama de tantos otros deducibles a demasiados individuos. Total, estas son las reglas del juego del mercado, el valor monetario de las inversiones de uno puede subir o bajar. ¿A caso hay derecho a dramatizar más por las pérdidas derivadas de inversiones en la vivienda de uno que por las derivadas de inversiones en, que se yo, acciones de Pocoyó? Ah! Sí que hay derecho, hay derecho a una vivienda, que, por cierto, es un derecho constitucional, ganado por y para el pueblo. Derecho fundamentado exclusivamente en el cumplimiento de unos deberes, y si cualquiera cumple sus deberes ¿Qué tipo de cualquiera desmaterializa ese derecho?

Pero bueno, este no es el drama de ese nuevo reparto desafortunado de unos pedazos de tierra entre unos individuos, que, como su propio nombre indica, son pedazos de la Tierra y nosotros simples usufructuarios empeñados en dar un valor monetario simple a las cosas que, si Dios lo quiere y la humanidad lo permite, perdurarán más allá de nuestra existencia. Esta es la historia de un drama mayor, la historia de la muerte de una existencia vinculada a todos. La muerte de una ciudad cuyo epitafio versa:

“Aquí yace Santa Cruz de Tenerife, nacida de una necesidad social, reflejo mutante de esa sociedad cambiante, a la que sirvió de contenedor, pero también de contenido, de contenido de una identidad labrada en su misma forma. Porque, en palabras de Aristóteles, “la ciudad es, por naturalez, anterior a la casa y a cada uno de nosotros, porque el todo es anterior a las partes
“Aquí yace ese reflejo de aventuras y desventuras, maldades y bondades, un valioso documento labrado por cada una de las generaciones que habitó, y que pasó de padres a hijos como herencia de conocimiento.
“Aquí yace la que murió al morir en el pensamiento de una de esas generaciones, descendiente de todas aquellas que habían aprendido de ella, al perder su sentido, al morir en la mente del que mira.
“Aquí yace la que, hasta el mismo instante de su muerte, mantuvo latente a su contenido que no se dejó vencer”

No soy capaz de alcanzar a ver a quién no le afecta esto, este fallecimiento es de interés global.

Me estremece observar con que rapidez y simpleza, sobre un dibujo plano del parcelario de una ciudad, se modifica de un plumazo lo que hay ¿tan fácil es terminar con la identidad, la singularidad, la historia, de una ciudad genuina? Y no me refiero al numerito que aparece sobre cada una de las manzanas del susodicho dibujo, y que tanta polémica ha traído, me refiero a por qué hay que aguantar que ese plano refleje una ciudad homogénea, en la que San Andrés, Anaga, Las Ramblas, El Toscal,… tengan el mismo tratamiento, las mismas cualidades; y que la subdivisión de la división de unidades Territoriales, que como mucho pueden ser tres como establece la ley, bla, bla, bla, sólo se tenga en cuenta para los aprovechamientos.  

Qué grado de ignorancia acumula el mortal  que no ve más allá de sus narices, y que por las mismas eso es como pone en el papel y con eso se programa la evolución de una ciudad, que deja de ser real y pasa a ser ideal.

Y me da igual el aprovechamiento, la superficie edificable, el número de viviendas necesarias, la población potencial, sólo son datos. ¿Qué pasa con la realidad?

La realidad es que existe un suelo urbano consolidado, existente, que funciona, habitado,… ¿Dónde está ese dato real? No compensa manejarlo, mucho mejor que el dibujo de unos datos ideales, que suponen una alteración brutal de la realidad ¿A quién quieren engañar?

Siendo cierto lo que dice una tal Luz Reverón, esto no debe alarmar a nadie. En principio, los edificios no se caen, y mientras sigan en pie existen con toda su superficie edificada aunque la edificable sea otra. Pues eso, si existen se cuentan, y se planea una ciudad real, teniendo en cuenta lo que hay, no quitando de aquí para poner allí, un truco de magia demasiado básico ¿No creen? Y no pasa nada, porque a nadie se le va a caer su casa. ¡Pues si pasa!, ¿Por qué construir más de lo necesario?, ¿No se han enterado de que se está librando la guerra contra el desequilibrio entre el hombre y el medio, la lucha por algo que han llamado sostenibilidad?

Tal vez mi obsesión por este atentado no me permite ver esa realidad más real, más real por ser más dolorosa, la realidad de miles de personas que dedicaron su vida a trabajar para el sistema, y al hundirse el sistema se hundieron con él. Tal vez mi obsesión no me permite creer que existe un interés social bajo esta estrategia, y que con ella miles de personas saldrán del hoyo del paro. Si esto fuera minimamente cierto, si esta estrategia, lejos de ser especulativa, pretendiera reactivar el empleo al resurgir la producción inmobiliaria, es que la ignorancia es mayor de lo que imaginaba. ¿Manipulo los datos, exploto aún más un territorio fuertemente urbanizado, y me termino creyendo mi propia mentira? ¿A nadie se le ocurre algo más innecesario para dar respuesta al desempleo? Equilibrio señores, equilibrio, ¿No se han enterado que el sistema ya ha estallado?

No, no puede existir tanta ignorancia. Así que regreso a mi obsesión de atentado pro especulación inmobiliaria. No se con que fin, debe estar muy claro el destino de esas nuevas superficies edificabless. Desde luego yo, ciudadana de a pie, no soy la destinataria. Visto lo visto ¿Por qué iba a invertir en una propiedad inmobiliaria?, demasiado arriesgado. Mejor invierto en acciones de Pocoyó.